VIDEO TESTIMONIAL
“ENTRE DOS MUNDOS”
DOCUMENTAL BASADO EN UN ENSAYO POR MARCELINO SOSA, INDÍGENA GUAHIBO.
Los llanos orientales de Colombia,
una vasta región de sabanas y selvas que se extiende desde la cordillera
oriental de Los Andes hasta Venezuela.
Somos unos 20,000 indígenas
guahíbos, vivimos en pequeños caseríos esparcidos por casi todo este llano,
trochas angostas conectan nuestros asentamientos y son pocas las carreteras que
nos unen al centro del país.
Mi nombre es Marcelino Sosa.
Desde niño he caminado por éstas
trochas donde todavía vivo con mi familia, pero conozco el mundo del colombiano
hispanohablante. A la edad de 12 años comencé a trabajar en fincas de colonos.
También he visitado las grandes ciudades, he dialogado con profesores, periodistas,
abogados, médicos, pero siempre vuelvo al calor de mi hogar, a la familiaridad
de mi propia cultura y a las expresiones de mi idioma materno.
Para nosotros nuestra tierra es muy
importante, nos provee de todo lo que necesitamos para vivir, como por ejemplo
las hojas de palma para techar nuestra casa.
De la palma de kumare sacamos la
kabuya para nuestras hamacas. La elaboración dura varias semanas. Primero, las
mujeres guahíbas desfibran las hojas tiernas y cocinan y asolean la fibra antes
de torcer la kabuya. Los hombres tejen las hamacas.
Los guahíbos también tejen varios
tipos de cernidores y canastos.
Qué bonito es nuestro idioma, se
expresa bien todo nuestro pensar, también imita todos los sonidos de la selva,
de modo que Sisi puede contar exactamente lo qué le pasó cuando iba detrás de
una danta con arco de brasil y lanceta bien afilada.
Pero la cacería se está escaseando,
por eso ahora estamos comenzando a criar ganado.
Los padres hacen arquitos para sus
hijos y los muchachos adquieren destreza cazando lagartijas y saltamontes.
Se saben los nombres en guahíbo de
más de 12 especies de saltamontes y conocen los hábitos de cada uno, cuáles
cantan más, cuáles se esconden en vez de volar y cuáles son sabrosos asados.
Nuestro alimento principal es la
torta de kasabe que preparan de la yuca amarga las mujeres guahíbas. Es un
proceso largo y duro. El yucal puede estar a 4 o 5 kilómetros de la casa, ahí
arrancan los tubérculos, echan la yuca en el katumare y la llevan a la casa.
Cuando Esther va a recoger la yuca,
deja a los niños en la casa, su hija de 9 años cuida a los 4 hermanos menores.
Después de raspar y rayar la yuca,
se exprime el jugo venenoso de la masa.
El veneno se puede eliminar cocinando el jugo por un buen rato, luego sirve
para hacer una sopa con ajín.
En dos días las mujeres preparan
suficiente kasabe para alimentar a la familia por una semana.
A la harina no se le añade nada, ni
levadura, ni aceite, ni sal, ni agua. Nos gusta el kasabe, pero también debemos
comer carne, por eso necesitamos los montes para cazar y los caños, lagos y
ríos para pescar.
Hasta ahora la mayoría de nuestros
hijos nunca han viajado en carro, ni han visto una casa de dos pisos, mucho
menos un teléfono o un televisor, pero sabemos que esto está cambiando, no
podemos seguir viviendo como nuestros abuelos y no todos los cambios son malos,
no es malo querer vestirse bien, con sombrero y zapatos y escuchar las noticias
en la radio. Hay personas que piensan que debemos quedarnos como antes, pero el
progreso es inevitable, tendremos más y más contacto con el mundo que nos
rodea. Por eso es importante entender a nuestros vecinos hispanohablantes y
también que ellos nos entiendan a nosotros. Somos todos humanos y debemos vivir
en armonía.
Lo más importante para nosotros es
nuestra familia. Amamos a nuestros hijos y los cuidamos muy bien. Si un niño
pierde a sus padres es adoptado inmediatamente por otra familia que lo trata
como a su propio hijo.
Rosa es huérfana, pero recibe mucho
cariño.
Mi hijo Héctor tiene sólo 4 años, es
como yo cuando era niño, lleno de curiosidad, siempre quiere ayudarme en mis
quehaceres.
Recuerdo muy bien mi niñez, aprendí
las normas de mi cultura y todos los oficios de un niño guahíbo, luego,
trabajando en fincas de los colonos aprendí mejor el español. En todas partes
yo era muy preguntón, muy joven me había puesto por tarea, entre otras cosas,
aprender por qué a veces me trataban diferente a la otra gente. En mi
preparación guahíba no me habían enseñado que hay culturas o razas superiores,
sino solamente que existen culturas diferentes. El compartir es parte de
nuestra cultura, siempre compartimos la cacería, también compartimos la tierra
como propiedad común.
Cuando yo era niño, los guahíbos
todavía andaban libres por casi todos los llanos orientales de Colombia, pero
luego llegaron los colonos hispanohablantes, quienes comenzaron a establecerse
en nuestras tierras y a bloquear nuestras trochas con cercas. Nos tocó
mudarnos, qué más podíamos hacer.
Pero ahora no tenemos a dónde ir,
estamos con una cerca de púas a nuestra espalda, tenemos que aprender a vivir
con los de la otra cultura si queremos sobrevivir. Entonces pensamos que sería
buena idea, mandar a nuestros hijos a los internados de los hispanohablantes,
pero los niños no estaban acostumbrados a la competencia, en sus hogares habían
aprendido que todos debían avanzar juntos, la mayoría no entendía el español al
ingresar a la escuela, no estaban acostumbrados a las reglas, y los castigos
les parecían muy severos. En su propia cultura les habían enseñado a tener
vergüenza y a corregirse a sí mismos cuando cometían algún error.
Muchos niños huían del internado, yo
también lo hice hace 35 años, estudié sólo 5 días. Cuando los padres obligaban
a un niño a volver a la escuela le creaban gran confusión, cuáles valores
culturales debía obedecer. Algunos padres obligaron a sus hijos a seguir varios
años en el internado, pero luego muchos de ellos no querían quedarse en su
comunidad, rechazaron su propia cultura, cuyos valores no eran reconocidos en
la escuela y optaron por trabajar como jornaleros en las fincas, algunos, muy
entregados al alcohol. Las jóvenes, debido a que no sabían defenderse en la
otra cultura, caían en la trampa de la prostitución.
Rechazaron su hogar, donde les
amaban y les necesitaban, y la cultura que entendían, pero no se ajustaron bien
a la otra sociedad, se encontraron en un vacío, sin poder descubrir su
verdadera identidad.
Puedo citar el caso específico de un
joven guahíbo que se encontraba en la cárcel, supe que podía conseguir su
salida con sólo comprobar que era indígena, bastaba con que hablara en nuestro
idioma ante las autoridades. Su familia me contó que él sí hablaba guahíbo en
la casa, pero nunca ante los que no eran indígenas, porque ahora se consideraba
civilizado. El joven hasta llegó a decir que prefería quedarse en la cárcel
antes de hablar guahíbo en público.
Todo esto me puso muy triste, vi el
sufrimiento de mi gente y quise ayudar. Reconocí la necesidad de que debíamos
de aprender a relacionarnos con la mayoría no indígena, pero sin negar nuestra
propia identidad y nuestros propios valores. Ahora el problema era cómo
explicarle esto a mi gente.
Decidí reunir a un grupo. Les
expliqué los problemas de tratar de vivir en dos mundos. Lo ilustré con dos
círculos, el círculo más pequeño es el mundo guahíbo, con los valores que nos
enseñaron nuestros padres y abuelos. El más grande es el mundo de los
hispanohablantes que encontramos a nuestro alrededor. Entre los dos hay un
abismo, un vacío; los guahíbos que rechazan su propia cultura sin entender bien
la otra, caen en el vacío, pues no se pueden desenvolver bien en ninguna de las
dos sociedades.
Expliqué que se necesitaba un puente
entre los dos mundos, un puente de entendimiento. La educación bilingüe bien
planeada, podría ayudar a construir el
puente y ya estábamos bien encaminados. Más de 50 maestros guahíbos bilingües
habían comenzado a enseñar en nuestros caceríos, pero faltaban materiales de
enseñanza en guahíbo, ¿quiénes podrían elaborar estos materiales?. Nos tocaría
a nosotros escribir material en nuestro idioma y luego buscar ayuda del
gobierno u otros interesados.
Comenzamos por planear un pequeño
curso sobre educación bilingüe. Les pedimos a los Linguistas Víctor Conde y su
esposa Trina que nos dieran su colaboración con clases de composición en
guahíbo. Ellos estudian nuestro idioma y consideramos que están muy bien
preparados en el conocimiento de nuestra lengua. Trina ya había elaborado
cartillas que se usaban en el primer año de primaria, pero faltaban materiales
para 2º. Año en adelante. Ella había colaborado con nosotros dos veces antes en
pequeños cursos. (Víctor, con la ayuda de diferentes guahíbos ha traducido
porciones de la Biblia).
Cuando yo quise fundar un periódico
en guahibo, invité a Trina a dictarnos un curso de periodismo, después de esto,
creamos un cuerpo de redacción para ser autónomos en nuestras decisiones
indígenas.
Publicamos la primera edición en
1978 y desde entonces nos hemos reunido cada varios meses para escribir nuevos
artículos e imprimir otra edición. Por demanda popular, ahora el periódico de
12 páginas incluye una tercera parte en español para los que no entienden
nuestro idioma, y yo escribo editoriales en ambos idiomas.
La “Voz de Kabasi” está ayudando a
construir el puente entre las dos culturas.
Los periódicos viajan de mano en
mano hasta llegar a los capitanes de distantes caseríos guahíbos. También
mandamos copias a suscriptores y a diferentes oficinas del gobierno.
El pequeño curso que organicé sobre
la educación bilingüe era un poco diferente de los otros. Escribimos más de 230
historias en guahíbo para textos escolares y dibujamos ilustraciones para cada
una.
También hablamos del currículum,
puesto que el Decreto 1142 de 1978 del Ministerio de Educación le da a los
indígenas el derecho de participar en el diseño de la educación bilingüe para
su propia comunidad.
En las historias que escribimos,
enseñamos los valores de nuestra cultura por medio de fábulas, con animales de
la selva.
Escribimos sobre nuestras tierras y
diferentes aspectos de salud, describimos la flora y la fauna de nuestra región
y cómo conservarlos.
Entrevistamos a los ancianos para
poder escribir la historia de los guahíbos. Nos contaron cómo hacían la ropa de
la corteza de un árbol. Cómo fabricaban las puntas de las flechas de hueso o de
palo de brasil y qué pensaron al ver por primera vez un avión.
Organizamos un Comité asesor de
educación bilingüe guahíba para coordinar nuestra obra con el gobierno y las
entidades educativas.
Sabemos que nuestros niños tienen
que hablar bien el español para poder defenderse del mundo moderno, pero si la
mayor parte de su educación es en español, aprenden sin que el profesor les
diga, que su propio idioma y cultura son inferiores.
Queremos que estudien primero la
historia de los guahíbos y la geografía de su propia región, así como la
gramática de su propio idioma para que puedan escribirlo bien y sigan
aumentando la literatura guahíba escrita.
Nuestros hijos son felices,
estudiando en su propio caserío con maestros guahíbos bilingües, sin el dolor y
la confusión de estar lejos de la casa y la cultura que entienden.
Al mismo tiempo queremos prepararlos
para que sean estables y se puedan enfrentar sin trastornos a una vida llena de
cambios y a cosas nuevas.
Pienso mucho en mi hijo Héctor, con frecuencia me
pregunto, cuando esté grande ¿perderá su identidad como guahíbo? ¿Negará a su
familia, su cultura y su propio idioma
cuando aprenda de ese mundo más grande? ¿Sufrirá el terrible castigo de ser un
don nadie, perdido entre dos culturas?. Confío en que no será así. Héctor
pertenece a una nueva generación, la generación de la esperanza y especialmente
la esperanza de vivir confiado, orgulloso de su herencia guahíba, y con la
habilidad de poder moverse, libremente: ENTRE DOS MUNDOS.
.
EN 1980, MARCELINO SOSA PARTICIPO EN EL PRIMER
CONCURSO DE ANTROPOLOGÍA PATROCINADO POR EL GOBIERNO COLOMBIANO Y GANO EL
PRIMER PREMIO CON SU ENSAYO “ EL GUAHIBO Y EL BLANCO, CULTURAS EN CONFLICTO
SU SEGUNDO ENSAYO “EL NIÑO GUAHIBO Y LA
EDUCACIÓN BILINGÜE”
Agradecimientos al ILV por compartir este excelente trabajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario